Pavimentos

Cuando era muy muy joven solía tirarme en el suelo y me imaginaba que el techo era el suelo y que podía caminar sobre él. Me imaginaba también qué tipo de suelo pondría en mi techo-suelo. Dudaba entre una combinación de baldosas hidráulicas en forma de alfombra para así arrebatarle un tanto a la gravedad, o igual un parquet natural que acariciaría durante horas mientras buscaba figuras en sus venas y hendiduras, o quizás un suelo de cerámica para refrescarme sobre él durante los calurosos días de verano. Cuando yo era tan joven no se solía poner suelo de microcemento ni de hormigón pulido pero, a día de hoy, podría incluirlas en mi decisión. Sin embargo, ahora que me he hecho mayor, pero no tanto, y he de decidir qué suelo poner en vez de querer ganarle la partida a la gravedad o acariciar las líneas de la madera debería valorar más la calidez, la historia, la funcionalidad, los acabados, la gama de colores, la resistencia… Pero arrebatarme a mi mismo esa ternura de cuando era joven no puedo. Ahora que soy algo más grande, pero solo un poco, puedo preguntarle a Open House.